lunes, 22 de agosto de 2016

¿QUIÉN VIVE, YO O EL PERSONAJE?

¿Una pregunta sin sentido? Muy por el contrario. La invitación es a descubrir el sentido de la pregunta y aventurarnos en el sentido de la vida y en la profundidad del camino y la búsqueda interior.

¿Hay cabida para la interioridad en el mundo actual?, ¡claro que sí! No sólo la hay, es la única posibilidad que el ser humano tiene para salvarse a si mismo y desde ahí construir un mundo nuevo, sostenible y en paz, una utopía que sólo podrá transformarse en realidad cambiando el curso de nuestra mirada desde el exterior al interior, desde el afuera al adentro.

El PERSONAJE
Nuestra sociedad ha construido focos y reflectores que dirigen nuestra mirada y nuestro pensar y nos llevan a actuar como manadas, buscando ahí lo que creemos necesitar. ¿Qué luz es esa? Es la luz del éxito, el poder, el consumo, la tecnología,  el placer, el  dinero y su brillo enceguecedor, alimentado y potenciado por el marketing y la publicidad que nos venden y hacen creer en la realidad de fantasías y sueños imposibles. Felicidad envasada….todo fácil, inmediato, al alcance de quien tenga el poder para comprarlo.  Cual polillas hipnotizadas, somos atraídos y dominados por la fuerza de esa luz, la que dirige nuestra vida, motivaciones y aspiraciones. Nos hacemos dependientes de ella y se transforma en la esencia de nuestra vida y en el sentido de la misma.

Esta sociedad está muy lejos del mundo de la reflexión, la introspección y la conciencia de quienes somos. Nuestra identidad se asimila a cargos, roles, profesión o actividad,  como si el HACER fuera sinónimo del SER, de forma tal  que cuando esos roles se acaban, pareciera que la vida misma perdiera el sentido.

Nos enseñan a competir, a tener éxito para “ser alguien en la vida”, sinónimo de poseer, comprar, consumir. Ponemos nuestras energías al servicio de estos objetivos en la búsqueda de una identidad, un quién soy, basado en el HACER y PARECER,  sin siquiera detenernos a pensar qué hay más allá del “quién hace”, “estudia” o “compra”. Terminamos identificando nuestro SER con una “rotulación de fábrica”: “soy madre”, “soy  ingeniero”, “soy padre de tres hijos”, “soy deportista”, “soy gerente”, “soy empresario”.

Este proceso lo he llamado la creación del PERSONAJE que creo ser,  de forma tal que actuamos desde ahí y terminamos identificándonos con el arquetipo de éste. En una sociedad basada en el personaje, la PERSONA o el SER, no existe, es invisible. El patrón de relación y de valor está sustentado en lo externo, en lo superfluo, lo desechable, en la diferencia, la desigualdad, el poder.

Basta mirar la sociedad actual y el drama con que nos encontramos día a día y que crece en un sentido que a veces nos lleva a caer presos de la desesperanza. ¿Puede alguien pensar que la vastedad del misterio de la vida puede tener cómo propósito y objetivo último el acceder al auto último modelo, la casa con piscina, la ropa de marca o el último IPhone?  Sin duda, no hay nada malo en la posibilidad de acceder a ello, y puede ser muy agradable contar con algunos de estos bienes, pero sin duda el sentido de la vida radica es una esfera muy superior a estos objetivos. Lo que llama a la reflexión es el darnos cuenta de cuánto del esfuerzo, del estrés y la ansiedad que observamos en la vida actual se sustenta en nuestra búsqueda “frenética y desesperada” por acceder a dichos bienes, con un sentimiento de que nuestro valor como persona se asimila al valor de las cosas.

EL SER Y LA PUERTA DE SALIDA
La humanidad requiere un hombre distinto, requiere respuestas distintas, romper paradigmas y construir una nueva realidad. Necesitamos una puerta de salida que nos lleve a la entrada a una nueva dimensión de quienes somos.

Detrás del PERSONAJE está nuestra naturaleza real, profunda, divina, en conexión plena y permanente con el cosmos, con la existencia, con la verdad de lo que somos; en ella reside la fuerza para crear y generar la vida que queremos para nosotros y para el mundo. Es nuestro SER, nuestra esencia que contiene la sabiduría de todo nuestro recorrido universal, de tiempo en tiempo, de vida en vida y que tiene la potencialidad de manifestar lo mejor de sí mismo; sólo requerimos tomar contacto y conciencia de su existencia.

Sin embargo, buscamos todo tipo de excusas para justificarnos y seguir en el personaje, algo que nos salve de tener que reflexionar sobre el sentido y propósito de nuestra vida… algo ajeno y extraño para el pensar de muchos. Aventurarnos en ese territorio desconocido nos aterra, es como caer en una inmensidad en la cual nos sentimos perdidos, algo que se llama INTERIOR, un mundo totalmente inexplorado para quienes viven en el afuera. Sin embargo, en el acto de conciencia, voluntad y decisión de entrar en lo desconocido, está no sólo la liberación de toda nuestra potencialidad, sino además la libertad del SER y la posibilidad de acceder a la realización y la felicidad.

¿Por qué nos asusta la posibilidad de enfrentar la grandeza que reside en el SER? Sin duda hay una razón.  Para quien ha vivido creyendo que es limitado, dependiente del afuera, su valor depende de los “resultados” de su vida, a merced del destino, el azar, la sociedad, la política, la economía, etc. Protegerse y sobrevivir es su objetivo de vida y el tener siempre a quien culpar de su infortunio, desesperanza y desánimo le permite seguir jugando a su personaje sin sentirse responsable, justificando sus actos y defendiendo los valores que lo guían. “No soy yo”, la culpa es del sistema, la política, las malas personas, etc., y así, el fin justifica los medios.

Salirse de ese patrón implica “hacerse responsable” de la propia vida y reconocer que soy capaz, que puedo actuar en el sentido de la vida que quiero para mí y para los demás. Es aceptar que “no son los otros”, que más allá del destino, el azar, la política, la economía, siempre puedo decidir cómo actuar, esa es mi libertad, mi elección, a través de la cual construyo mi camino. Eso requiere de fuerza, voluntad y valentía, implica ser consecuente y, lo más difícil, implica transformarse en el mundo que quiero vivir (M. Gandhi). Ese es el gran cambio de paradigma que la infinita sabiduría de la vida nos está llevando a mirar, a reconocer, a través del dolor y el sufrimiento que el mismo ser humano ha creado para sí. Lamentablemente esta es la única forma en que, en su total separación y desconexión con el poder divino que lo conforma, el hombre sabe aprender…. si es que aprende.

LA TRAVESÍA
Es momento de reconocer al SER que está detrás del personaje, la fuerza y sabiduría infinita que habita en nosotros, que le da sentido a esta experiencia de vida, que es una sola con la muerte; no hay inicio ni fin, sólo un devenir en la infinidad del universo y del cosmos del que somos parte. En esa conexión, en esa unidad, podremos construir la vida que merecemos vivir, la que es nuestra por naturaleza y que le da futuro al planeta y a la humanidad.

¿Cómo partir? Dando el primer paso a la conciencia, al darnos cuenta, al decir, ¡si quiero!, ¡si puedo! Quiero ser protagonista y responsable de mi vida, quiero conocer y desarrollar toda la potencialidad que hay en mí, quiero ser el héroe de mi propia vida, en la conquista de quien soy, de mi SER, de mi destino.  Ahí comienza la travesía y hay muchos caminos por donde partir: tus emociones, tu cuerpo, tu mente, tu espíritu. Si el norte está claro, todo ellos te llevarán a destino y el norte está en tu corazón, donde reside la fuerza de tu espíritu.

Te invito a comenzar el camino, te invito a conocer un posible comienzo, te invito a  aprender a hacer PAUSA y a aprender a conectar con la fuerza que está en la capacidad de integrar tu intelecto con tu mundo emocional y tu espíritu, en conexión con el cuerpo que sostiene nuestra vida. Desde ahí podrás transformar tu vida, tus relaciones con los demás y aportar un mayor sentido y presencia en lo que haces, desde quien realmente eres y no sólo desde el PERSONAJE que crees ser. La conexión con la sabiduría interior que nos habita, requiere aprender a conocer y a trabajar con nuestra mente y descubrir el poder de la claridad, el valor de la presencia y de la atención plena en todo lo que hacemos, en la realidad que queremos construir para nosotros, los que nos rodean y la sociedad de la que somos parte.

Mindfulness y Atención Plena es un gran comienzo para crear una real fuerza del cambio en los distintos ámbitos de nuestra vida que nos ayude a conectar con la profundidad de quienes somos, liberándonos de las barreras impuestas por el PERSONAJE, aprendiendo a conectar con los demás desde el valor esencial de la vida y de lo que todos somos como seres humanos. Sólo cultivando el momento presente podemos trascender al PERSONAJE para descubrir el SER que habita en él.
¡Bienvenidos a la Travesía!


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