MINDFULNESS,
UNA DISCIPLINA PARA LA VIDA CONSCIENTE
Mindfulness más
que una técnica o una herramienta de meditación, relajación o de reducción de
estrés, es una disciplina, una forma de vida que apunta a vivir una vida
consciente, con plena atención de nosotros mismos, los demás y el mundo. Vivir
una vida consciente implica darnos cuenta de que somos más que lo que creemos
ser, significa reconocer la existencia de nuestra sabiduría interior a la cual
podemos acceder desde la calma y el silencio y no desde el ruido, la agitación
y el apuro en el cual solemos desarrollar nuestras vidas.
Mindfulness
es una disciplina que nos invita a la autobservación de nuestra mente y cuerpo
y a reconocer todo lo que hay en ella. Su práctica no busca que alcancemos nada
especial, no pretende que vayamos a ninguna parte, sólo busca que desarrollemos
la capacidad de observar la mente, reconocer lo que la habita, sus pensamientos,
hábitos y condicionamientos y, desde ahí, aprender a mirar lo que pasa en
nuestra vida diaria. Mindfulness nos
hace guardianes de nuestra mente, conscientes de nuestra respiración, sin
generar una lucha interna, sólo observando la presencia de lo que hay en ella, sin
juicio, desapasionadamente, dejando que fluya, sin pretender cambiarla,
forzarla o exigirla, simplemente observándola. Cuando nos surge una sensación o
un pensamiento no lo rechazamos, la idea no es alejarlo, evitarlo, preocuparse,
ni dejar que nos asuste; sólo reconocer su presencia y dejarlo partir. A medida
que tomamos consciencia de lo que hay en nuestra mente, aprendemos a conocerla
y podemos comenzar a desidentificarnos de ella, reconociendo que somos más que
los pensamientos, juicios, raciocinios y lógicas que la habitan, más que la
agitación propia de su naturaleza, que es saltar de una idea a otra, de un
pensamiento a otro, retrocediendo hacia el pasado o proyectándose hacia un
futuro aún inexistente.
Sólo observando sin juicio vamos “desempoderando” a la mente
de su capacidad de controlarnos desde el condicionamiento, los prejuicios y su
hábito de escapar del momento presente. La capacidad de auto-observación continua
de nuestra mente la lleva naturalmente a un estado de calma, sin forzarla, a un
silencio que surge de sí misma, como resultado de nuestra capacidad de ver y de
reconocer lo que la constituye, cómo opera y por qué lo hace. En el proceso de “una
mente que se mira a sí misma”, se va generando un mundo interno más calmo y
silencioso que se traduce en acciones y decisiones más conscientes y sabias.
Cuando
vivimos con una mente que no conocemos ni observamos, funcionamos desde un
piloto automático inconsciente, dirigido por nuestras creencias limitantes y
los modelos mentales que hemos construido y desde ahí tomamos decisiones, las
que muchas veces nos lleva a limitar y restringir nuestras posibilidades y
visiones. Abrirnos a la respiración consciente y a la atención plena, nos abre
a nuevas posibilidades, a nuevas visiones, miradas y nuevas decisiones.
A través de
esta disciplina, desarrollando la capacidad de seguir nuestra respiración, voy
aumentando el poder de concentración, aquietando la mente, favoreciendo la
calma interior y la serenidad, lo que ayuda a disminuir la ansiedad, el estrés,
aumentando el descanso. Hablar de
Mindfulness es hablar de respiración consciente, porque la herramienta para anclarnos
en el momento presente y desarrollar la atención plena, es la atención en
nuestra respiración, que conecta cuerpo y mente. La atención en la respiración nos
ayuda a que la mente no se distraiga divagando, especulando, soñando,
anticipando, esperando, etc. Desarrollar la capacidad de anclarnos en el
momento presente a través de la respiración, nos permite mantener un estado
consciente y sereno aún en circunstancias difíciles y nos ayuda a evitar ser arrastrados
a un caos emocional por la inestabilidad de una mente que salta de un lado a
otro y que a veces nos lleva a dejarnos dominar por emociones disruptivas (ira,
miedo, ansiedad, angustia, confusión).
Cuando no vivimos
conscientes, estamos divididos, disociados y nuestro cuerpo, mente y emoción no
se reconocen como parte de una unidad, de un ser integral. No nos reconocemos
en lo que hacemos; el exterior y el interior pareciera que no estuvieran
conectados. El HACER pasa a ser distinto del SER; no me reconozco en lo que
hago, mi mente corre por un lado y mi SER por otro, el tiempo se divide en
infinidad de partes, no reconozco como “mi tiempo” el dedicado a otros y
siempre siento que no tengo tiempo para mí; todo lo que hago es tiempo para
otros y me agoto y desgasto. Es como si el tiempo dedicado al trabajo, a la
familia, a los hijos, a la resolución de problemas, a las labores domésticas, etc,
no fuera tiempo mío, fuera algo ajeno a mí; lo veo como esfuerzo, no lo disfruto,
a veces no es placentero. ¿Por qué vivimos siempre sintiendo que no tenemos
tiempo para nosotros, como si “el que hace lo que hace”, fuera alguien distinto
a mí? Eso es así, porque la mayor parte
de nuestro tiempo no lo vivimos consciente de nosotros mismos, en unión con
quienes somos, en interdependencia con todo lo que nos rodea, con consciencia
de nuestro cuerpo, sensaciones o emociones; lo vivimos como autómatas, en piloto
automático, disgregados de nuestro SER y esencia, como si lo que hacemos fuera una
obligación ajena a quienes somos.
Cuando
aprendo a hacer todo lo que hago en forma consciente, unido a través de la
respiración con todo lo que me rodea, me descubro en lo que hago, estoy consciente
de mis pensamientos, sensaciones y percepciones, me descubro en la quietud y la
paz, soy yo mismo en todo lo que hago y todo ese tiempo me pertenece; el tiempo
en realidad es todo mío y aprendo a hacer todo desde el disfrutar, desde el SER,
desde el sentir la corriente de vida que habita en mí. El HACER y el SER se
funden y encuentro mi lugar de paz, serenidad, de centro, aún en el agitado
mundo, sin dejarme llevar por la agitación y confusión de una mente dispersa. Reconozco
que soy más que mi mente y puedo gobernarla, llevándola al momento presente.
El monje
budista Thich Naht Hanh habla del milagro del Mindfulness, porque podemos hacer
milagros en nuestra vida haciéndonos conscientes de lo que hacemos en cada
momento; la más pequeña acción que normalmente nos parece insignificante,
improductiva, aburrida y una carga que debemos de llevar, como puede ser lavar,
sacar la basura, hacer el aseo o planchar, o hacer aburridas planillas Excel en
la oficina, revisar altos de documentos o servir café, puede transformarse en
una profunda expresión de la corriente de la vida que soy, si la hacemos en
atención plena, conscientes de nuestra respiración y de nuestro cuerpo, como
parte de la expresión de mi SER, y expresión del milagro del que formamos parte.
Todos somos SER, hagamos lo que hagamos, el milagro está ahí, las buenas o
malas decisiones se reflejan en lo que hacemos con nuestro SER y la peor es vivir
sin tener conciencia del regalo que nos fue dado, pensando que el HACER es el
fin y no el medio para experimentar la vida que nos fue entregada.
Cuando no
vivimos en atención plena, nos dejamos arrastrar por la incertidumbre y los
miedos de un futuro que aún no llega o quedamos atrapados en las angustias, dolores
y culpas de un pasado que ya fue. Somos incapaces de vivir y disfrutar un presente
en su plenitud, terminando por replicar el angustioso pasado en el futuro que
queríamos evitar, viviendo ya en el presente las angustias de un futuro que aún
no es. El resultado no es obra del destino, no era algo ineludible, todo era
posible de cambiar, pero nuestra mente nos llevó a hacer real un futuro que
pudimos evitar si hubiésemos actuado desde la calma y serenidad de una mente
consciente, que toma decisiones reflexivas, calmadas y sabias, muy distinto a
lo que hace una mente confusa, agitada y en constante angustia, que sólo sabe
replicar lo que ha vivido hasta ese momento.
El mejor
futuro que podemos crear no es el resultado de la presión, apuro, ansiedad y el
cúmulo de expectativas que inundan nuestra mente, sino que es aquél que es
resultado de la suma de momentos presentes vividos en plena conciencia y atención.
Desde un corazón en calma y una mente serena siempre seremos capaces de
construir un futuro sustentable, a diferencia del resultado que muchas veces
obtenemos de aquello construido y creado desde la angustia, el estrés, la
ansiedad y una gran cuota de miedo.
La sabiduría
está en cada uno de nosotros, reside en la profundidad de nuestro SER al que
podemos acceder cuando aprendemos a despejar los caminos que nos llevan a él,
muchas veces trabados, cortados, bloqueados, escondidos o perdidos en el ruido
y la agitación de una mente desbocada y no trabajada.
La atención
plena nos lleva a la claridad mental, a un corazón sereno, al autodominio, a
tomar decisiones dueños de nosotros mismos, en plenitud. La atención plena es
el milagro que permite en un instante unir todas las partes disgregadas de mi
mente y de mi SER y recuperar la plenitud para vivir en el hoy, en el ahora,
único momento real que tenemos para ser, experimentar, crear y construir
futuro.
Los
beneficios de esta disciplina, como cualquier disciplina, son alcanzables a
través de la práctica y regularidad; nuestra mente es moldeable, responde al
aprendizaje, pero eso requiere de esfuerzo, práctica, motivación y dedicación y
los resultados ahí pueden ser sorprendentes.
Hazte parte
del milagro del Mindfulness y une las partes disgregadas de ti!!!