viernes, 11 de septiembre de 2015

GANANCIAS EN PRODUCTIVIDAD: LA ORGANIZACIÓN COMO UN SISTEMA DE INTERELACIÓN Y COORDINACIONES HUMANAS.

“El crecimiento 2015-2017 será tremendamente mediocre, en torno al 2% o un poco más del 2%”, este fue el vaticinio de Vittorio Corbo en un seminario hace unos días atrás. La incertidumbre y el riesgo enfrentan a la economía, a las empresas y a la sociedad a un panorama desalentador, unido a un clima de profunda desconfianza, pérdida de fe en las instituciones y gran temor por el futuro.
La desaceleración económica, unido al impacto de importantes reformas que se están discutiendo en el congreso, han afectado fuertemente la confianza y las expectativas de los agentes económicos y el desarrollo de proyectos futuros. Las empresas están respondiendo con políticas de restricción de costos y ajustes de personal ante la desaceleración de demanda que se avecina. Bajo este escenario, en el mes de julio el gobierno dio a conocer el lanzamiento de la Comisión de Productividad que tendrá como objetivo asesorar en materias orientadas a aumentar el crecimiento económico de largo plazo, a través de ganancias de productividad. El comportamiento de la productividad laboral es un elemento clave para el crecimiento futuro del país y explica en forma importante las diferencias en PIB per cápita entre países.

Cuando hablamos de proyectos para mejorar la productividad, un elemento importante a considerar en el análisis es la forma  en que las personas se interrelacionan en una organización y cómo esto determina la forma de hacer las cosas y generar resultados. Muchas veces este elemento no tiene la prioridad que debería cuando hablamos de proyectos para mejorar la productividad y aportar al crecimiento futuro, lo mismo que el análisis de la capacidad que las organizaciones tienen para aprovechar todo el potencial de sus colaboradores. De igual forma, revisar los modelos y paradigmas en base a los cuales desarrollamos el negocio y la forma de “hacer organización” es una necesidad imperiosa en entornos tan cambiantes e inciertos como los actuales.

 El cuadro adjunto a este artículo, lista un sinnúmero de prácticas y situaciones normales en el funcionamiento de las empresas que son fuente de grandes ineficiencias y que si fueran consideradas prioritarias en los proyectos de mejoras, permitirían importantes mecanismos de creación de valor, tanto en términos de resultados económicos, en productividad y eficiencia, como en términos de bienestar colectivo, generándose un círculo virtuoso de mejora. Es de esperar que las empresas no los pasen por alto, sucumbiendo sólo a las decisiones más inmediatas en estos casos que es reducir costos y despedir personal, las que sin duda a veces son necesarias, pero estos son, a la vez, los momentos para que las organizaciones revisen su capacidad adaptativa y evalúen lo que necesitan para incrementarla, de modo de poder asumir los desafíos de la desaceleración y la incertidumbre con menos costos en el bienestar general e individual.

En palabras de Vittorio Corbo: “No estaba en los libros de nadie que China se iba a desacelerar tan fuerte y que eso llevaría al cobre a besar los U$2 la libra. ¡Eso era impensable hace seis meses”. Ese es el mundo de hoy, no deja de sorprendernos que aquello que parecía imposible hace un tiempo, pronto se hace realidad; algo similar ocurrió el 2008 con la caída de grandes instituciones que considerábamos íconos.

¿Cómo nos ajustamos a esta nueva realidad?. Ahora más que nunca las empresas deben ser capaces de usar todo el talento y potencial de sus propios colaboradores, muchas veces oculto y desperdiciado en malos sistemas de comunicación, de liderazgo, falta de empoderamiento, estructuras burocráticas o sistemas rígidos, que no permiten la gestación de nuevas iniciativas ni la posibilidad del error para poder generar creatividad e innovación.


Se hace necesario dar espacio a la reflexión, entre tanta contingencia y competencia embravecida. Es imperioso darse el tiempo para pensar, revisar cómo hacemos las cosas y cómo necesitamos hacerlas en estos nuevos entornos, qué nivel de adaptatibilidad tiene nuestra organización, sobre qué valores se sustenta y qué necesitamos para asegurar la sustentabilidad futura de nuestros negocios y el bienestar colectivo.

Cuando se trata de revisar la estructura de costos y la necesidad de hacer ajustes, cuánto tiempo estamos dedicando previamente a analizar si la forma en que estamos haciendo nuestro trabajo es la adecuada. ¿Qué tipo de ineficiencias son recurrentes en nuestra forma de trabajar?, ¿favorecemos la capacidad creativa de nuestros colaboradores o los ajustamos a un sistema al cual estamos acostumbrados?, ¿innovamos en nuestra forma de trabajar, relacionarnos, comunicarnos, hacer equipo?, ¿estamos al día de las nuevas tendencias, investigaciones, herramientas y soluciones para enfrentar los desafíos o sólo seguimos haciendo lo que aprendimos a hacer?. ¿Buscamos opiniones externas que nos permitan abrirnos a miradas nuevas, más amplias y que nos permita ver el punto ciego que a veces está afectando nuestra capacidad de  mejorar nuestro desempeño?. Mucha eficiencia y productividad podemos lograr mejorando la dinámica laboral, abriendo el aprendizaje organizacional al desarrollo de competencias, fortalezas y habilidades que permitan dar solución a problemas que tienen que ver con las personas y su forma de interrelacionarse y ajustarse a los cambios internos y externos, buscar fórmulas para permitir la expresión de todo su potencial creativo y la generación de nuevas ideas. Nos podemos sorprender de las “joyas” ocultas en muchos de los colaboradores que no se manifiestan porque la dinámica del trabajo y las características del sistema no lo permiten.

Lo que nos sirvió y llevó al éxito hace 20, 10 o hasta 5 años atrás…no siempre es lo que asegura nuestra ventaja competitiva hoy y no es lo que necesitamos para el futuro. La invitación es darse el tiempo para revisar lo que hacemos y cómo lo hacemos, qué capacidad adaptativa tenemos como organización, cómo estamos preparados para este nuevo mundo, qué compromiso tenemos con nuestros colaboradores, cómo mejorar el desempeño de las personas, qué competencias podemos desarrollar que permitan además transformar fuertemente el espíritu, la productividad y favorecer  la lealtad mutua, aún en tiempo difíciles.

 En tiempos como los actuales hay que imprimir motivación, compromiso, optimismo, fuerza, colaboración, visión y salir del pesimismo, descontento, desaliento, desesperanza, miedo y poder construir organizaciones con sentido, rentabilidad y sustentabilidad futura, que puedan sortear unidos los difíciles momentos económicos , políticos y sociales que puedan venir por delante.


                           CONSTRUYAMOS CONFIANZA CON ACCIONES CONCRETAS
                                                    CENTRADAS EN LAS PERSONAS.